jueves, 15 de enero de 2009

Así nos luce el pelo: A propósito de la libertad

- Ha dicho que en la antigua Unión Soviétiva había más libertad que en los países capitalistas, ¿a qué libertad se refiere?

- La única libertad que de verdad cuenta es la de ser libres del trabajo. Y en los países comunistas gobernaba una burocracia que, por lo menos ésa fue mi experiencia, era bastante floja. Así que te podías escaquear con facilidad. Nadie puede escapar, en cambio, de las redes del mercado. Al mercado no puedes engañarlo porque dependes de él, del dinero que te proporciona para vivir. Hay una idea falsa en Occidente y es que la vida está llena de deseos. Pero si de verdad a alguien lo liberas de sus obligaciones, se va a dormir. La verdadera libertad es no trabajar. Por eso había tanta libertad en los países comunistas, porque nadie daba ni golpe. Y por eso hay tan poca en un mundo dominado por el mercado.

- Frente a esa exigencia de felicidad, usted ha reivindicado el fracaso, la enfermedad...

- El valor fundamental de las sociedades capitalistas es la salud. Si se ve hoy el amor con buenos ojos, y ya no es esa tragedia que contaban los románticos, es porque han comprobado que practicarlo es saludable, que hacer el amor reduce el estrés o cosas por el estilo. También en Estados Unidos se considera que es bueno pensar una media hora al día porque ha habido estudios que han demostrado que se trata de una actividad que, siempre que no se abuse genera unos procesos químicos que son provechosos para la buena salud. No hay otra opción para disentir que reivindicar la infelicidad, la enfermedad, el fracaso, la ruina.

Boris Groys (Berlín Oriental, 1947), filósofo, autor de Sobre lo nuevo (Pre-Textos), Políticas de la inmortalidad (Katz), Bajo sospecha. Una fenomenología de los medios (Pre-Textos) y Stalin, la obra de arte total (Pre-Textos), entrevistado por José Andrés Rojo.
El País. Babelia. 26-7-08

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