martes, 23 de junio de 2009

Francisco Rodríguez y Gálder Pérez ganan los certámenes de textos para público infantil del Ayuntamiento de Pamplona

Francisco Rodríguez Fuertes, con Un cuento chino o, mejor dicho, japonés, y Galder Pérez González, con Alex eta Arale, han resultado ganadores del Concurso de textos de teatro infantil del Ayuntamiento de Pamplona en las modalidades de castellano y euskera, respectivamente. Ambas obras se representarán en las próximas campañas de Navidad y Semana Santa de la Escuela Navarra de Teatro.

Promovido por el Ayuntamiento de Pamplona y la ENT, este certamen, que alcanza su 18ª edición, concede sendos premios de 2.200 euros a los ganadores. Este año, destaca la elevada participación en el apartado de teatro en castellano, con 73 aspirantes que superan ampliamente a los 27 del año pasado. En euskera, esta vez han concurrido cinco textos, uno más que en 2008.

Los criterios de selección en ambos casos se han centrado en la calidad literaria, la creatividad, la originalidad y la posibilidad de poner en escena las obras. En el caso del castellano, en el jurado no estuvieron los ganadores de la edición anterior, sino el dramaturgo y director cubano Francisco Garzón Céspedes, la actriz Edurne Rankin y la actriz y profesora de la ENT Aurora Moneo, quien reveló que las deliberaciones fueron difíciles.

Francisco Rodríguez Fuertes, profesional leonés afincado en Madrid, ha realizado numerosos trabajos como director, actor, bailarín, coreógrafo o profesor. "Está muy bien que se premie a gente con recorrido", apunta Moneo. En el texto premiado, Rodríguez propone una historia de ambiente oriental, escrita "con mucha imaginación" y "con un punto poético interesante".

El ganador en euskera habla de dos niños que se conocen porque dos de sus seres queridos acaban de morir, una experiencia que contribuirá a estrechar su amistad incipiente. El jurado estuvo integrado por Patxi Fuertes, Aizpea Goenaga e Izaskun Mujika.

Galder Pérez, conocido por sus incursiones en ETB y Radio Euskadi y autor de textos como Cocidito madrileño o Todos nacemos vascos, opina que cuando se escribe teatro infantil "se tiende a crear mundos fantásticos", así que con esta obra "he querido poner los pies en la tierra" y mostrar cómo se puede "aceptar con naturalidad" y "como lo hacen en otras culturas" una muerte.

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