viernes, 11 de julio de 2008

Cataluña es la comunidad autónoma que más respalda los Encuentros en Magalia y aporta 6 creadores


Cataluña y otras ocho comunidades autónomas y el INAEM del Ministerio de Cultura se han unido por tercer año consecutivo para patrocinar el único festival de verano español en el que no se programan obras terminadas, sino procesos creativos cuyo resultado final sólo se conocerá el día de la exhibición, y que organiza la Red de Teatros Alternativos. Son los Encuentros de Creación Contemporánea en Magalia, una experiencia que se repite por tercer año consecutivo en el Castillo de Magalia, en Las Navas del Marqués (Avila), entre el jueves 3 y el sábado 12 de julio.

En esta edición, son seis los creadores que han propuesto las 7 salas alternativas de la comunidad autónoma: los autores Eva Hibernia, Marta Buchaca y Carles Mallol, el performer Alex Serrano, la coreógrafa Bea Fernández y el actor David Climent.

La peculiar idiosincrasia de los Encuentros en Magalia lo convierten en la auténtica “alternativa” a la rica oferta teatral cerrada que se exhibe en distintos festivales españoles durante el verano. La Red selecciona y reúne a 42 creadores, entre autores, intérpretes y directores, que no se conocían ni habían trabajado antes juntos. El reto es apasionante: tienen apenas siete días para ensayar 12 propuestas escénicas, que con su exhibición permitirán conocer el sobresaliente momento creativo que viven las nuevas tendencias y el teatro-danza no convencional en España.

Alex Serrano (Barcelona, 1974) es un performer que vendió su agencia de publicidad hace 3 años para dedicarse a la creación teatral. Estudió diseño industrial, comunicación audiovisual y un master en comunicación interactiva y esos conocimientos los vuelca en sus espectaculares propuestas, como la que presenta en los Encuentros en Magalia: Contra.natura. “Nace de la reflexión sobre una actitud, el empecinamiento por dejar herencia, constancia de las cosas, cuando el tiempo es una goma de borrar que acabará con todo. Sólo quedan un 2% de las momias egipcias, yo desapareceré y también Las meninas”, señala. Así que escogió una piscina cubierta en ruinas en Las Navas del Marqués para ensayar su propuesta, porque el propio escenario ayuda a contextualizar mi mensaje. “Hay una primera parte, una instalación audiovisual para un ámbito museístico denominada Contra.natura: Artefacto, que se estrenó el 2 de junio en el festival Panorama de Olot. La segunda parte, que se exhibe en Magalia, es una versión de 30 minutos de la propuesta que se estrenará el 27 de noviembre en Lérida, titulada Contra.natura: Propuesta escénica, que he coescrito con Pau Palacios”.

El performer catalán tiene una agrupación (no le gusta llamar compañía) muy conocida, El señor Serrano, con la que ha estrenado Run (Correr), en 2004, y la trilogía Autopsia, compuesta por Autopsia, Mil tristes tigres y Europa (2005-2007). Llegó al teatro ya adulto. “Me enamoré al instante, y eso que soy el peor actor de Europa. Y me di cuenta de que hay una sobreexplotación brutal de los proyectores sin demasiados porqués, que crean atmósferas pero no dramaturgias ni contenidos. Yo busco una dramaturgia visual compaginada con imagen digital proyectada, que interactúa en tiempo real. Por ejemplo, me grabo bailando, trato esa imagen por ordenador, la multiplico y la proyecto en retardo, con efectos de onda; creo clones que actúan conmigo en tiempo real”, explica. “Magalia es un excelente banco de pruebas con todos los gastos pagados y tres comidas diarias, algo que no tengo ni en mi casa”, dice.

David Climent (Villarreal, 1977) estudió en el Aula de Teatro de la Universidad de Castellón y allí conoció a Pablo Molinero, con quien formó en Barcelona el mediático grupo Los corderos, que alcanzó notoriedad mediática en su primer montaje, con un elevado componente de agresividad: Crónica de José Agarrotado (menudo hijo de puta), a los que han seguido el monólogo El hombre visible y Tocamos a dos balas por cabeza. “Para nosotros, lo que hacemos es teatro, aunque nos programen en festivales de danza. Siempre hay texto, movimiento, música del ruidista Pablo Rega, algo de performance”, explica. “En cualquier caso, lo que nos define es el interés por la ficción y la convención teatral, huimos de lo naturalista y realista”, asegura.

Climent trabaja en la perfomance de Alex Serrano Contra.natura, “un trabajo muy alejado de lo que hacemos habitualmente, porque nosotros no solemos integrar al público en nuestros montajes; él nos pide más de nosotros mismos y menos que seamos un personaje. Yo no suelo hacer eso porque yo como persona no intereso en absoluto, pero formar parte del mundo de un creador siempre es fascinante”, indica. Lo que más le gusta de Magalia es poder ver procesos, “porque como espectador sólo recibes el resultado y muchas veces no sabes por qué se hacen las cosas de una manera y te quedas con las ganas de averiguarlo”. En su opinión, la propuesta de la Red de Teatros Alternativos es un magnífico escenario “para probar, perdernos, discutir y lo mejor, encontrarte con alguien de otro punto de España al que no conocías y con el que conectas”, dice.

“El cuerpo del bailarín es un archivo vivo del trabajo del creador”

Bea Fernández (Ponferrada, 1968) considera los Encuentros en Magalia, una “cita a ciegas” que supone un auténtico “reto”, pues debe dar vida su proyecto Restos de miss series, con intérpretes que conoció al llegar. “Eso es bastante estimulante, y peligroso, por supuesto, pero veo que todos tienen detrás un amplio bagaje y son profesionales con trayectoria y cosas que contar”, indica. Fernández dejó su Ponferrada natal a los 18 años para estudiar danza y coreografía en el Institut del Teatre de Barcelona y pronto comenzó a bailar en uno de los grupos míticos catalanes de la década de 1980, Danat Danza, que codirigían el leonés Alfonso Ordóñez y Sabine Darendorf, con cuyo montaje Bajo cantos rodados hay una salamandra, propuesta contemporánea inspirada en las danzas tradicionales de los Ancares y la Maragatería leoneses, recorrieron todo el mundo. “Estuvimos en Australia, Nueva York y es la única compañía española que ha bailado en el Tèatre de la Ville de París, la catedral de la danza que dirige Gerard Violet”, recuerda con orgullo Bea Fernández.

La bailarina leonesa bailó posteriormente en Nueva York, en Madrid con Olga Mesa y de nuevo en Cataluña con Margarita Guergué y después con Carmelo Salazar. “He tenido suerte porque siempre he escogido yo a las personas con las que quería trabajar; yo he ido a buscar a los directores”, subraya. Desde el 2000 está integrada en el colectivo barcelonés Las Santas, tres intérpretes que crearon esta plataforma que les permite “estar en constante creación pero no como compañía, sino en un formato más flexible para establecer colaboraciones; lo mismo hago un monólogo que nos juntamos dos de nosotras o creamos algo con más gente”, explica. Este equipo creativo abrió en una antigua fábrica textil del barrio del Raval La Poderosa, Espacio para la danza y sus contaminantes, que ofrece clases de técnica, improvisación y laboratorio y programa trabajos en proceso y prácticas “express” de creación escénica. “Hasta ahora había creado coreografías para mí y ésta es la primera vez que voy a trabajar con tres bailarines”, indica. Su propuesta parte de una pregunta: “¿Quiénes somos los intérpretes?, creo que somos trozos de cuerpo y de pensamientos de otros, porque hemos encarnado ideas de un creador”, confiesa. En su opinión, en la actualidad hay una gran preocupación por la memoria, tanto la histórica como la visual. “Hoy se graba todo, hay una necesidad de registrar todo, y pienso que el cuerpo del bailarín es un archivo vivo del trabajo del creador”, recalca. Como todas las propuestas de Magalia, en la suya también se desconoce el resultado. “He traído vídeo y quiero entrevistar a los artistas aquí alojados y quizá surja una instalación”, apunta.

Eva Hibernia (Logroño, 1973), autora y directora teatral y poeta, estudió dramaturgia en la RESAD e interpretación en distintos talleres. En 1997 se marchó a vivir a Barcelona, donde ha desarrollado su carrera profesional. Fue accésit del premio Marqués de Bradomín en 1997 por El arponero herido por el tiempo; accésit del Premio SGAE de Teatro en 2005 por Fuso negro y ha estrenado en el Teatro Nacional de Cataluña (TNC) Una mujer en transparencia. Con el TNC y la Sala Ponent de Granollers va a dirigir su texto La América de Edward Hooper. También ha realizado una dramaturgia de El avaro, de Molière para una sugerente propuesta de títeres de la Compañía de Jordi Beltrán, donde todos los personajes son grifos y el agua es la que mueve las pasiones. Eva Hibernia tiene su propia compañía en Barcelona, Delirio, que trata de fusionar la poesía con otras artes, mezclando la palabra con el teatro, la música, la pintura y las performances. “Sacarla del soporte libro”, aclara.

En Magalia, Eva Hibernia está participando en una doble experiencia muy interesante: dirige Plastelina, de la catalana Marta Buchaca, un texto basado en un hecho real, el de los tres adolescentes que pegaron fuego y asesinaron a una mendiga en un cajero automático y de cómo ese suceso afecta a los chavales y, especialmente, a sus padres, y sobre la facilidad con que se emiten juicios sobre un hecho, especialmente la prensa. De hecho, el papel del periódico es el elemento escenográfico clave en el montaje. En paralelo, Eva ha sido seleccionada su obra Fuso Negro, que lo define así: “Casi un thriller, una investigación sobre un loco que se escapa del manicomio. Habla del amor y del trastorno, la locura que produce, de las barreras que te obliga a bajar y que te dejan indefenso”, declara. El título hace referencia a un personaje del ciclo gallego y de las Comedias bárbaras de Valle-Inclán. “Pero aquí es un personaje ausente, que no aparece nunca pero es el motor; en cierto sentido, encarna un símbolo”. En Magalia, deja hacer al director y a los actores y da su opinión. “Me preguntan mucho. Es muy enriquecedor para mí como escritora descubrir dónde encuentran los escollos para representar sus papeles”, apunta.

Eva Hibernia considera que los Encuentros de la creación contemporánea en Magalia son una experiencia “muy intensa”, hasta el punto de que le faltan “horas” para todo lo que quiere hacer en el encierro en el castillo propiedad del INAEM. “Además de que me remueve y me dan ganas de ponerme a escribir, estoy conociendo a creadores y compartiendo muchas experiencias que de otra forma sería imposible por lo cerrado y críptico que está todo el teatro, cómo la gente se saca las habichuelas en cada región de España y el grado de ilusión y cansancio que se va arrastrando”, concluye.

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