lunes, 28 de mayo de 2007

CRÍTICA: "Splendids", de Jean Genet

Genet, un autor complejo, difícil, torturado, que siempre coloca a sus personajes en situaciones límite, sin vuelta atrás. Un autor que expía sus pecados en el teatro. Por aquí, sólo Las criadas se ha popularizado. José Carlos Plaza trajo al Centro Dramático Nacional una propuesta extraña, Splendids, que el propio autor rechazó y tuvo que ser Sartre quien reivindicara el texto.
El título es el nombre del hotel donde se han refugiado siete delincuentes de una banda. Atrapados en la última planta, mientras esperan el asalto de la policía, pelean entre sí. Se les suma un policía que ha decidido pasarse al otro bando. Violencia extrema, pues ha sido asesinada la rehén (saber quién lo ha hecho es la intriga de la primera parte). Obra extraña (en mi opinión incohrente) porque, pasada la primera media hora, ningún personaje es lo que parece. El supuesto líder se desmorona; el más duro confiesa su homosexualidad y se jacta de ella; el cobarde acaba siendo uno de los que domina la situación; el loco demuestra cierta cordura... Y con un narrador que apunta acotaciones...
Un ejercicio difícil que no ha tenido éxito de público, a pesar de haber disfrutado de todos los medios posibles. Una escenografía epatante, de unos 14 metros de alto, que ocupaba también un lateral del patio de butacas y que en parte se iba destruyendo conforme avanzaba la acción; iluminación riquísima, un vestuario impecable (la banda ha dado el golpe fallido en frac)... El equipo habitual de Plaza lo borda. Los actores también hacen un esfuerzo titánico: alguno se pasa hasta un cuarto de hora moviéndose sin texto para colocar su frase en un momento dado.
Un esfuerzo ingente, que sin embargo deja frío al espectador. Mucho movimiento para ocultar un texto al que las frases (algunas en exceso filosóficas, en otros casos auténticos enigmas), no deja avanzar, y eso que se siente el final cercano para todos los personajes.
El montaje, en el Valle-Inclán, se disuelve esta semana. Lo mejor, haber podido traer a España un Genet desconocido.

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