viernes, 25 de abril de 2008

Mi Top Five (six) de la Feria del Libro

Una clarividente amiga con acusada personalidad en lo tocante a lecturas pone en su blog su "top five" de libros que tendría que haber comprado aprovechando el descuento de la feria del libro. Quizá su intención oculta sea que se los regalen (junto a la rosa), lo cual no es mala táctica. Pero también puede que los airee porque con toda seguridad no los haya podido encontrar en las mesas de novedades de la feria. Su exigente criterio literario no casa con la oferta de novedades mediáticas que poblaban todos los puestos. Parecían todos los libreros hermanos de leche: vista una mesa, vistas todas.

Otra posibilidad, que también barajan en su blog su equipo de comentaristas habitual, consiste en optar por el robo de libros, visto al precio que están. Una estupidez supina, digo yo, eso de delinquir pudiendo "robarlos" por 15 días legalmente. Porque el sector del libro es el más potente del mundo. Persarlo un poco: es el único producto comercial que puedes cogerlo prestado gratis (de las bibliotecas) en vez de comprarlo. Y, a pesar de eso, se venden. Mucho. ¿Os imagináis que pudierais coger prestado cada 15 días un coche distinto, un collar, un reloj, un traje, unos zapatos? Sólo pasa con los libros, y a pesar de eso, se venden. Contra toda lógica comercial (afortunadamente).

Y es que, al que le gusta la lectura, le gusta hasta el olor de los libros cuando salen de la imprenta.

Vuelvo al "Top five" de mi amiga. Es buena idea esa: poner lo que cada uno lee, cómo construye su biblioteca, para hacernos una idea de cómo es. Animo a otros bloguers a hacerlo. Pongo aquí lo que he comprado en esta feria de chichinabo, a la espera de otras citas más atractivas. Es un "Top six". Llevé mi lista, de 7 títulos, y le fui infiel nada más comenzar la búsqueda. Tres que buscaba con pasión no los encontré. Los dejo para más adelante. Aquí van los tres de la lista que sí hallé:

Eduardo Mendoza: El asombroso viaje de Pomponio Flato. No podía faltar. Mendoza es único y mi devoción por él ocupa una estantería. Y necesito reírme un poco.

Rafael Chirbes: Crematorio. Un autor nada popular y poco comercial, pero importante. Maneja de forma brillante el lenguaje, sus novelas tienen fuerza y garra y crea personajes memorables. Se leerá dentro de 100 años para conocer cómo era la realidad de nuestro país hoy (sus gentes, sus corruptelas, la especulación inmobiliaria....) Es el cronista de la España real, tamizada por un olfato literario ejemplar (lo comprobé en La larga marcha, Los disparos del cazador).

Anna Seghers: La excursión de las muchachas muertas. Un relato breve a medio camino entre lo onírico y lo terrorífico considerado obra maestra. El reencuentro en el exilio con las compañeras de juegos, antes de que la apisonadora nazi borrara del mundo la práctica totalidad de aquella promoción de estudiantes judías.

Y tres libros que, sin haberlo previsto, me gritaron para que los atrapara:

Ignacio Martínez de Pisón: Dientes de leche. Otro de mis autores de cabecera, menos extendido de lo que debiera, pues es un excelente narrador (Carreteras secundarias es una de las "novelas" del fin de siglo). Enterrar a los muertos me dejó clavado en el sillón hace un año. No puede levantarme en horas hasta terminarlo. Un relato periodístico sobre las purgas estalinistas en el bando republicano español. Ahora se atreve a narrar la experiencia de las tropas italianas en la Guerra de España. Otra historia sobre unos pobres pringados poco contada. ¿Atractivo, no?

John Boyne: El niño con el pijama de rayas. Si todo el mundo habla de él, habrá que echarle el legañazo correspondiente, me digo. Supongo que en un tiempo prudencial acabará en manos de mis sobrinos.

José Jiménez Lozano: Los cementerios civiles. El Premio Cervantes de 2002 ha revisado su texto, según descubrí ayer, un ensayo que causó impacto en 1978. Una reflexión sobre los "otros" españoles, de quienes los piernas de siempre decían que no eran verdaderos españoles, simplemente porque no creían en el Dios que airean como verdadero desde hace siglos (y cuyas enseñanzas han seguido tan relajadamente, me digo). Gente valiente que decidió vivir a contracorriente y terminó también enterrada fuerapuertas. Un escritor de prosa limpia y conversación amena. Todavía añoro sus charlas de los jueves, cuando salía de su enclaustramiento literario y nos interrumpía el cierre del periódico para comentar las noticias que creía más significativas, las que nunca titulábamos a cuatro columnas. Tardé años en comprobar que su criterio era, en el fondo, el acertado.

2 comentarios:

Thabitha dijo...

Bien bien, mi hambre consumista de libros toma nota. He visto algún título interesante entre los que nombras, pero veo que son algo monotemáticos jaja. Aunque... ¿Has caído con el niño con el pijama de rayas?
Efectivamente las bibliotecas son un gran invento, al menos para gente como yo que ha tenido que paralizar parcialmente la compra compulsiva de libros por: a) falta de dinero, b) falta de espacio. Sin embargo... Me gusta tener los libros que leo... soy una fetichista, qué le voy a hacer.
Mañana, aprovechando mi día libre, veré qué ofrece la Feria del libro, pero por lo que me comentáis algunos, creo que sería más productivo irme directamente a las librerías y pedirlos.
Saludos!!

Victor Iriarte dijo...

He caido con el pijama de rayas. Tenía curiosidad y la verdad es que, una vez leído, es un muy buen relato. Y terrible. Lo recomiendo de veras.