Una mujer que desea liberarse de sus pechos para ser general y miembro del Parlamento. Un marido machista y conservador que se traviste, enamora a un policía y consigue tener una prole de 40.000 bebés en un sólo día. Dos borrachos que se baten en duelo para zanjar si el Sena pasa por París o por Zanzíbar. Muertos que resucitan al momento y una invitación general a «rascarse donde te pique» mientras el coro muestra corazones luminosos comprados en un bazar chino e invitan al respetable a amarse física y espiritualmente.
«Será como si se encendiera un motor y ya no hubiera marcha atrás», así definieron ayer el director artísitico del Teatro Arriaga de Bilbao, Emilio Sagi, y el director musical de la obra, Josep Vicent, la representación de la ópera contemporánea Les mamelles de Tirésias (Las tetas de Tiresias), del compositor y pianista francés Francisc Poulenc, que se estrena mañana jueves a las 20 horas y se volverá a representar el sábado en el mismo horario. La obra es una producción propia del teatro bilbaínio, dirigida por el mismo Sagi, en coproducción con el Gran Teatre del Liceu de Barcelona donde desembarcará por estas fechas dentro de un año.
Con la soprano María Bayo en el papel de Tiresias y el barítono Troy Cook acompañándola, Emilio Sagi promete una representación breve pero agitada «en la que se canta, actúa y baila» en un espectáculo rompedor y vanguardista con la participación de la World Orchestra of Jeunesses, dirigida por Josep Vicent, veinte miembros de la Sociedad Coral de Bilbao, seis bailarines que actuarán a modo de coro griego y hasta siete cantantes sobre el escenario. Incluso a modo de propina, jóvenes músicos de la orquesta de Vicent amenizarán la entrada del público al teatro veinte minutos antes con un sexteto del mismo autor.
Compuesta en 1946 por Francis Poulenc con el objetivo de animar a los franceses a tener más hijos y con libreto del poeta Guillaume Apollinaire, esta ópera fue estrenada en París en 1947 y narra la historia de una mujer que está harta de su vida doméstica al cuidado de los numerosos hijos de su marido y que anhela convertirse en hombre, deseo que se hace realidad y que conlleva que su marido se transforme, a su vez, en mujer.
«Bilbao debe defender la modernidad», afirmó Sagi para justificar la puesta en escena de una obra que no entra en el cánon clásico y que dura sólo una hora y diez minutos sobre las tablas. «Si llega a durar más no podemos representarla, es muy comprometida musical y escénicamente», explicó. El director artístico del Arriaga agregó que, en su opinión, «esta obra transmite un mensaje final de apertura de mentes y cuerpos, y de generosidad humana para aceptar a cada cual como quiera ser».
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