martes, 24 de noviembre de 2009

Don Pasquale, una opera bufa en Baluarte con los navarros Tomas Muñoz, Jose Luis Sola, el Orfeon Pamplones y la OSN

Don Pasquale, de Donizetti, la última gran ópera bufa italiana, ofrece este jueves y sabado en Baluarte drama, diversión y, sobre todo, un gran artificio vocal e interpretativo de la mano de cinco cantantes que dan vida a personajes "por un lado estereotipados, fáciles de reconocer para el gran público, pero también de una gran finura y profundidad psicológicas", segun el pamplonés Tomás Muñoz, director musical de la versión, y que tendrá al frente de la parte musical a Álvaro Albiach.

Ambas funciones, para las que todavía quedan entradas a la venta, darán comienzo a las 20.00 horas. Tomas Muñoz es entrevistado en el programa de El Apuntador de este jueves a las 10 horas.

Don Pasquale, coproducción del Teatro Cervantes de Málaga, Baluarte y el Teatro Real de Madrid, reunirá en escena a cerca de cien personas, entre protagonistas principales, figurantes, integrantes del Coro del Orfeón Pamplonés y de la Orquesta Sinfónica de Navarra (OSN). Estrenada en París en 1843, Don Pasquale hunde sus raíces en la comedia del arte italiana, divertida y elegante, y cuenta el conflicto entre un hombre mayor empeñado en conquistar a una joven hermosa mientras ésta defiende su amor por Ernesto, el joven sobrino de Don Pasquale.

Según los protagonistas y directores de la producción, se trata de una ópera "vocalmente complicada, comprometida y exigente para todos", que ofrece una propuesta escénica "con mucha vida", en la que la acción por parte de los intérpretes protagonistas es constante. Hasta el punto de que, como dice Tomás Muñoz, "la obra tiene un punto camerístico, al ser los cuatro solistas quienes sujetan constantemente la ópera en escena". El director de escena comentó que, en un deseo de acercar la ópera aún más al público, ha trasladado la acción de los años de mitad del siglo XIX, que fue cuando la compuso Gaetano Donizetti, a la Italia de los años 50 y 60 del siglo XX, "buscando darle a esa trama rocambolesca un aire y un lenguaje más cinematográficos, más fácilmente reconocibles por todos".

Según el director musical, Álvaro Albiach, en la ópera hay "una herencia de todo ese universo rossiniano que se percibe sobre todo en el número de cierre del segundo acto, en el que el cuarteto acaba de una manera absolutamente loca y crispada". Ese crescendo en intensidad tanto musical como dramática se enriquece a lo largo de la obra con "ejemplos de bel canto extraordinarios en arias de referencia", así como con intervenciones que apuntan a otro universo musical completamente distinto, muy cercano a la música vienesa de salón que tanto furor hacía en Europa en la época en que se concibió Don Pasquale. "Hay dos intervenciones del coro que son dos galops vieneses, y tres referencias directas al vals", dijo Albiach, quien por todo esto definió la ópera como "fascinante". "El mundo operístico de Donizzeti es muy particular y muy interesante, y más en esta obra" que es del final de la producción de Gaetano Donizetti (1797-1848), subrayó.

El tenor navarro José Luis Sola, Ernesto en Don Pasquale -personaje que definió ayer como "un vividor"-, aseguró que para él es "un placer estar en casa por primera vez con una ópera, y sobre todo con ésta, que tantos recuerdos me trae porque con ella debuté en 2002 en Italia". De la obra de Donizetti dijo que es vocalmente "complicada, con momentos muy delicados y muy desnudos musicalmente hablando, como es el dúo con Norina, pero también muy bonitos". Por su parte, la soprano búlgara Sonya Yoncheva destacó de Norina, su personaje, que "es muy simpático, ambicioso y sabe que es inteligente y guapa", y reconoció que interpretarlo "resulta a veces es muy cómodo pero en otros momentos difícil".

El bajo Miguel Ángel Zapater, que da vida a Don Pasquale, apuntó como su mayor reto "que a pesar de ser un personaje bufo, no tengo que parecer bufo". Y el barítono José Julián Frontal describió a su personaje, el Doctor Malatesta, como "un barbero de Sevilla, un Fígaro que todo lo envuelve y lo ajetrea"; y señaló como una de las virtudes de esta obra que "es un claro ejemplo de que cada uno está en su papel, tanto dramática como vocalmente".

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