Semana Santa en Navarra y una única cita, picado por la curiosidad, el nuevo Museo del Carlismo en la localidad navarra de Estella, ejemplo paradigmático y lamentable (¿y cuántos van ya?) de cómo se hacen en Navarra las cosas en materia cultural: un museo sin plan museístico, sin proyecto didáctico, sin conocimiento ni causa. Museo que es lo de siempre: rehabilitación de edificio de 6-7 millones de euros (ladrillo, ladrillo, ladrillo y que vivan nuestros amigos los constructores) y luego nada, o casi nada, en su interior. Ver lo poco que hemos arramblado por ahí y puede colar y cómo lo vamos distribuyendo por las salas de forma que quede apañado.
Una mierda. Una auténtica mierda. No hay proyecto museográfico. No se sabe qué se quiere contar ni cómo conseguirlo. Quien lo visita sale sin saber nada concreto, sin dos ideas básicas, sin tener diez conceptos mínimamente claros. Un museo hecho a partir de retales. Lo vista un francés, un estudiante, un analfabeto funcional o un consejero de cultura y sale como entra. Curiosamente, lo más atractivo son piezas que ha donado el Partido Carlista (yo les recomendaría que fueran y las retiraran ya mismo, para desnudar la cosa y como reacción a que no se hiciera ni una sola mención a ellos en la inauguración).
Pero esto requiere alguna explicación. Aquí van algunas perlas de lo observado en la visita:
- El carlismo es un movimiento político que cristaliza a partir de un problema dinástico. A nadie de los lumbreras de la cosa cultural que lo han impulsado se les ha ocurrido que lo primero sería colocar un árbol dinástico donde exponer a sus pretendientes, las líneas sucesorias, donde ubicar al actual rey Juan Carlos I en relación con las otras ramas familiares, lo que ayudaría a entender por ejemplo a los "estorilos" y el nombre propio del monarca que hoy reina en España.
- Comienza la explicación del carlismo en Carlos IV, cuarenta años antes de iniciado el movimiento. Olé tus cojones. Hubiera bastado un panel y diez líneas, pero claro, como no hay qué exponer, tiran para atrás para ir rellenando porque, como se verá, no llegan, no llegan, no se atreven a llegar.
- No hay una sola cifra en todo el museo: de voluntarios, cuerpos de ejército, número de concejales, de periódicos, de candidaturas, de círculos... Quienes lo han creado no se han repasado ninguna publicación ni monografía. No se han enterado.
- Ni una referencia, sala o panel a la abundantísima producción literaria que ha generado el movimiento carlista, a favor o en contra.
- Nada de las relaciones internacionales del Partido Carlista y su incardinación en distintas casas reales europeas.
- Nada sobre la financiación de las guerras del XIX.
- Ni una referencia al "pool" de prensa carlista. Solo dos citas de dos portadas de periódicos, porque como las tenían, había que meterlas en alguna vitrina.
- Nada sobre la relación iglesia católica-carlismo.
- Ninguna referencia a que Estella fue la capital de España (la del bando carlista).
- Nada sobre la influencia del pensamiento carlista en la formación de los partidos regionalistas y nacionalistas a finales del XIX.
- Una sala para hablar del carlismo en la República y mezclan carteles de distintas elecciones, sin enterarse de que el carlismo fue en coaliciones muy diferentes, por distintos motivos, que no aparecen explicados. Ya digo: ni una cifra. Ni se han molestado en buscar.
- Aparecen nombres del carlismo, pero sin la mínima explicación, así que nadie sabe qué diferencia a un nocedalista de un jaimista, que es el mellismo, los estorilos, del papel de Fal Conde antes, durante y después del golpe de Estado de Franco, y lo mismo de Rodezno...
- No aparece el manifiesto de Carlos VII que da lugar a la escisión integrista.
- No aparece por ningún lado la cita de Marx sobre la pujanza y popularidad del "movimiento de masas" en el XIX.
- El papel del carlismo con Franco ni está ni se le espera en el museo. Se ve que cómo empezaron a diseñar los paneles en 1790, les pilló cansados. Ninguna referencia a los incidentes del círculo de Pamplona o la bomba de Begoña, ni a la designación de Juan Carlos como futuro rey.
- La patética explicación del museo concluye con el inicio de la Guerra Civil. Nada referido a Don Javier, ni a su hijo, ni a la derivación socialista, ni a los sucesos de Montejurra, ni a que fue uno de los dos partidos no legalizados en España para las elecciones de 1977.
En fin. De juzgado de guardia. Una mierda de museo. Ahórrense la visita. Además, el Viernes Santo no funcionaba ninguna pantalla donde supuestamente se tenían que ver distintos datos. Por lo menos no cobraban entrada, de lo contrario, habría pedido la hoja de reclamaciones.
De cómo se hacen las cosas aquí da buena cuenta Javier Eder en su artículo semanal en Diario de Noticias, que pueden leer debajo o pinchando aquí para leer también otros suyos anteriores en la misma línea.
Treinta y tres: la edad Cristo y la de Godard a la altura de aquella película en la que los protagonistas batían el récord de Jim Johnson, el americano que "hizo" -ya que ver no pudo- el Louvre en nueve minutos y cuarenta y cinco segundos. Casi cincuenta años después de tan profético récord -a partir del que "se hace" un museo o una vertiginosa vuelta al mundo- habrá quien en estos cuatro días conmemorativos de la muerte de Cristo a los treinta y tres años haga un crucero por el Mediterráneo con treinta y tres escalas por lo menos. Un récord y un éxito, desde luego que social: ay del que no tenga ningún desplazamiento relámpago con el que deleitar a los demás. Otro éxito, menor e involuntario, pero a buen seguro que un éxito, será el de quienes, a falta de mejor periplo o cosa que hacer, se desplacen hasta el Museo del Carlismo. Otro éxito del Gobierno, claro, puesto que todas las visitas al museo serán contadas y presentadas por el consejero del ramo como uno más de sus infinitos aciertos. Si Barcina pagó sin pestañear tres, cuatro o cinco proyectos de museo saferminero y nunca vio necesidad de encargar un estudio de viabilidad del mismo fue por eso mismo: lo que cuentan son los éxitos y récords museísticos de días tan santos como éstos. Pero para éxito sin precedentes del Gobierno, el plan de treinta y tres medidas anticrisis del tándem Sanz-Jiménez que merced al gasto de treinta y tres millones de euros creará de la nada -o así se da ya por hecho- seis mil empleos. La de batallas que ganan algunos antes de librarlas. Que varias de las treinta y tres medidas del plan -cogidas por los pelos de otros planes, como el Renove o el de promoción de las tecnologías, y metidas para la ocasión con calzador- obtuviesen resultado, no digamos ya resultado duradero y no precario, sería milagro más que un éxito. Pero la creación de los seis mil empleos que nadie verificará se ha vendido antes de materializarse como un hecho consumado. Diga usted amén o treinta y tres.
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