viernes, 9 de diciembre de 2011

Arturo Echavarren estrena una comedia en Almagro

Arturo Echavarren (Pamplona, 1976) ha estrenado su comedia Gangarilla. El día del acabose el pasado viernes 2 de diciembre en el Teatro Municipal de Almagro (Ciudad Real) en un montaje de la compañía Teatro Clásico de Almagro. La obra volverá a representarse de forma regular en el corral de comedias de la localidad manchega a partir de la primavera de 2012. Echavarren trabaja como investigador de literatura en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC y fue director de la compañía navarra de teatro clásico Koribantes (1995-2000), con la que estrenó La celosa de sí misma (1997), de Tirso de Molina, El caballero de Olmedo (1998), de Lope de Vega, o El astrólogo fingido (1999), de Calderón de la Barca. Echavarren recibió el 31 de mayo de 2011 el galardón nacional de escritor revelación en la vigésima edición de los Premios Cultura Viva. La obra está inspirada principalmente en El sueño del Juicio Final, de Francisco de Quevedo, El viaje entretenido, de Agustín de Rojas y La vida es sueño, de Calderón de la Barca. No obstante, la historia deja casi un centenar de huellas de otras obras literarias de la época, tanto dramáticas como en prosa, como El Buscón, de Quevedo, Averígüelo Vargas y La celosa de sí misma, de Tirso de Molina, Pedro de Urdemalas y el Quijote de Miguel de Cervantes, El diablo cojuelo, de Luis Vélez de Guevara, el Quijote de Avellaneda o Marcos de Obregón, de Vicente Espinel. Gangarilla. El día del acabose es una fábula cómica pensada para tres actores e inspirada en varias obras literarias del siglo XVII. Su argumento rescata la fantasía, la sátira y el humor del Siglo de Oro. Bajo los negros nubarrones que anuncian el día del Juicio Final, se encuentran de nuevo tres cómicos barrocos, dispuestos a rendir cuenta de sus actos sobre la Tierra ante el tribunal celestial y escapar a toda costa de los hornos infernales. Amor, humor y muerte se dan la mano en una comedia que, bajo la luz deformadora de la farsa, homenajea a los cómicos de la legua del Siglo de Oro, aquellos que, desplazados por las grandes compañías de teatro, recorrían la palma de la mano de Castilla, deambulando de pueblo en pueblo.

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