jueves, 22 de mayo de 2008

Críticas completas del estreno de Zarraberri, de Maite Pérez Larumbe, y Limbo, de Víctor Iriarte, en la prensa escocesa



Maite y Víctor posan en Glasgow con la torre de la antigua abadía donde se ubica el teatro Òran Mor al fondo.


Periódico METRO
Zarraberri / Limbo
Alan Chadwick
(calificación: 4 estrellas sobre 5)

Traducidas por Chris Dolan, estas dos obras provenientes de Pamplona son una gozada cómica.
Zarraberri, de Maite Pérez Larumbe, es una historia de una situación rara en una pequeña población. El gestor cultural de la gran ciudad que interpreta John Kazek está desesperado por colocar el proyecto arquitectónico que debe vender a toda costa, y piensa que ha cumplido su misión con éxito cuando lo ha “vendido” a un alcalde paleto para darse cuenta después que ha sido engañado como un chino.
En la obra Limbo, de Víctor Iriarte, un informático recientemente fallecido (otra vez John Kazek) ve cómo su vida va siendo evaluada como si estuviese haciendo una declaración de la renta, para decidir si va a entrar por las puertas doradas o va al fuego eterno. Las excelentes interpretaciones de Kazek, Ros Sydney y Simon Scott y algunos golpes cómicos de gran efecto proporcionan a ambas obras cortas más efectividad de la esperada en un principio.

Periódico The Herald
Neil Cooper
(Clasificación: 3 estrellas sobre 4)

Las traducciones de Chris Dolan de dos piezas cortas españolas se han convertido en un plato excepcional del ciclo “Pieza, pincho y pinta” de sesiones teatrales a la hora de la comida.
Estas no han sido particularmente subrayables: son más una sucesión de chistes que unas obras de sustancia, aunque ambas, cada una a su manera, muestran una profundidad satírica dentro en lo que es esencialmente un subtexto absurdo.
Zarraberri, de Maite Pérez Larumbe, presenta al burócrata de la gestión cultural de escaparate Alfonso intentando plantar un centro de visitantes en forma de cono en un pueblo del tres al cuarto en un esfuerzo vano de ingeniería social. Generalizar la cultura, crear centros de arte singulares, ustedes ya saben la historia. Haciendo una presentación como un bien ensayado participante en el concurso televisivo El aprendiz, Alfonso aspira a crear una locura urbanística del tamaño de una catedral, pero el alcalde local, interpretado por Simon Scott, y su hija, interpretada por Rod Sydney, tienen otras ideas. Lo que sigue es un discurso irónico sobre idioteces burocráticas que, haciendo un pequeño guiño a la arquitectura española, es infinitamente más potente que los imbéciles que gestionan estas actividades.
Limbo, de Víctor Iriarte, nos muestra a John Kazek compitiendo con argucias contra Ross Sydney y Simon Scott todavía más. Esta vez su nombre de pila es muy apropiadamente Ángel, un hombre que intenta entrar en el cielo, pero que primero debe pasar por un sistema de puntuación burocrático.
Un tercio de pesadilla kafkiana, un tercio de comedia de situación al estilo de Alan Bennett, un tercio de farsa mágico-realista, su temática sobre la vida y la muerte es más un sketch alargado que una obra completamente definida.
La producción de Rosie Kellagher obtiene lo mejor de ambas obras. Ambas abren con escenas sin palabras y hace navegar a Kazek, Scott y Sydney por este par de mini comedias de situación agradables y ligeras con un discreto encanto. Sin embargo, tienen una cierta perversidad más allá de la comedia y ambas muerden donde más duele.

Crítica completa en inglés pinchando aquí.

Periódico The Scotsman
Arando la fértil tierra de la memoria.

Joyce McMillan
(calificación: 3 estrellas sobre 5).

Pensemos lo que pensemos de la doble entrega de Oran Mor de esta semana, no podemos acusar a estas dos ultra cortas obritas de “Pieza, Pincho y Pinta” venidas del teatro hermano de Pamplona de mirarse al ombligo. Traducidas del español por Chris Dolan, tanto Zarraberri como Limbo se zambullen directamente en temas de actualidad de la vida y política de España.
En Zarraberri, de Maite Pérez Larumbe, es el mundillo hilarante de la regeneración local gracias a las artes. Aquí, un comercial de una empresa de gestión cultural, tratando desesperadamente de colocar un edificio emblemático con forma cónica que ya ha sido comisionado y pagado, es embaucado por un alcalde de pueblo y su paleta asistente, los cuales no le hacen ascos a explotar su identidad regional y su lenguaje -o de presentarse como más aldeanos de lo que en realidad son- con el fin de conseguir el aparcamiento subterráneo que es lo que realmente quieren.
En Limbo, Víctor Iriarte ataca sin piedad a la cada vez mayor distancia entre la España moderna y la iglesia católica, presentando a su héroe, Ángel, que intenta desesperadamente negociar su entrada en el cielo, con la ayuda de un par de trabajadores de las oficinas celestiales cuyos esfuerzos para enviar almas muertas al destino correcto es frustrado una y otra vez por decisiones gerenciales idiotas, impresos mal rellenados y sistemas informáticos obsoletos.
Las producciones de Rosie Kellagher tienen problemas, en ocasiones, para tocar la nota exacta de insanía urbana relajada; a veces, en la función del lunes parecían un poco aceleradas. Pero John Kazek, Simon Scott y la excelente Ros Sydney parecen recibir energía de la malicia intencionada de ambas propuestas; y para el final de la semana esta explosión de satira posmoderna europea habrá posiblemente madurado para convertirse en unos grandes 50 minutos de hilarante aperitivo del mediodía, no solamente ocurrente, sino inteligente.

Crítica completa en inglés pinchando aquí.

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