La tercera edición del Festival Teatro Gayarre: Otras miradas, otras escenas del llega a su fin con la representación, hoy a las 20.00 horas, de un espectáculo de danza de la compañía chino estadounidense Shen Wei Dance Arts, que compone una coreografía de La consagración de la primavera a partir de la música de Igor Stravinsky.
Desde su primer año, el certamen pamplonés decidió apostar por ofrecer todos los años una adaptación escénica de esta pieza musical, considerada una de las más revolucionarias y trascendentales de la historia, por sus innovaciones armónicas, rítmicas y tímbricas; una composición que marcó el inicio de la contemporaneidad musical, desde su estreno en París en 1913. Y es que, Stravinsky, en su afán por describir un ancestral ritmo pagano, creó un lenguaje musical que sorprendió a todos por sus intensas disonancias y por sus fuertes ritmos asimétricos, que empujaron a Nijinsky a imaginar una coreografía transgresora, abandonando los movimientos fluidos tradicionales del ballet, sustituyéndolos por ritmos caóticos y violentos, con movimientos angulares radicales.
Con el paso de los años, muchos han sido los coreógrafos que se han sentido atraídos por esta partitura. Como Shen Wei, profesional que, a partir de su herencia cultural y su formación rigurosa en la ópera tradicional china, ha explorado con avidez los conceptos occidentales del arte, lo que le convierte en un artista cultural que plasma sus influencias no sólo en la danza, sino también en la escenografía, el vestuario y el maquillaje.
En el caso del espectáculo que se representa en Pamplona, la primera parte se articula por entero en torno a la obra del compositor ruso, concretamente en la versión para piano a cuatro manos, lo que contribuye a subrayar su sentido abstracto. Y es que, según explica Bret Egan, director ejecutivo de la compañía, el coreógrafo ha querido "subrayar la abstracción por encima de la historia"; de manera que los bailarines van confeccionando formas a través de sus cuerpos y al ritmo de la música. Y la tradición china, que se deja notar en el movimiento de los brazos, se combina con la actitud de los artistas sobre el escenario, más occidental.
Esa fusión se percibe también en Re, la segunda pieza del espectáculo, en la que Wei se propone "remeditar, reaprender, retroceder...", en lo que supone una vuelta a sus orígenes, pero también una mezcla de sus dos mundos. Quizá por eso juega con el equilibrio y la ley de la gravedad, con movimientos de inspiración y espiración acompasados por cantos tibetanos.
En resumen, el programa que llega hoy al Gayarre condensa bien los dos elementos que configuran la paleta creativa de Shen Wei, punto de encuentro de oriente y occidente.
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