viernes, 11 de julio de 2008

Carlos Álvarez-Ossorio, Iván Marcos y Arantza Villar, tres artistas gallegos en los Encuentros en Magalia


El director Carlos Álvarez-Ossorio y los actores Iván Marcos y Arantza Villar son la triple representación gallega en los III Encuentros de Creación Contemporánea en Magalia, el único festival de teatro y danza que se programa en verano en España que no ofrece obras terminadas, sino procesos creativos cuyo montaje final sólo se conocerá el día de la exhibición. Esta muestra, que se celebra por tercer año consecutivo organizada por la Red de Teatros Alternativos, comenzó el 3 de julio con el encierro de 42 creadores e intérpretes españoles en el castillo ubicado en Las Navas del Marqués (Ávila) y ofrecerá al público del miércoles 9 al sábado 12 de julio doce propuestas de teatro, danza y performance cuyo resultado ahora mismo es una incógnita.

El INAEM y la Dirección General de Política e Industrias Culturales, ambos dependientes del Ministerio de Cultura del Gobierno de España y las comunidades autónomas de Cataluña, Castilla y León, Navarra, País Vasco, Andalucía, Aragón, Madrid, Canarias y Baleares patrocinan este evento, cuyo presupuesto total asciende a 155.000 euros.

La peculiar idiosincrasia de los Encuentros en Magalia lo convierten en la auténtica “alternativa” a la rica oferta teatral cerrada que se exhibe en distintos festivales españoles durante el verano. La Red selecciona y reúne a 42 artistas, entre autores, intérpretes y directores, que no se conocían ni habían trabajado antes juntos. El reto es apasionante: tienen apenas siete días para ensayar 12 propuestas escénicas, cuya exhibición permitirá conocer el sobresaliente momento creativo que viven las nuevas tendencias y el teatro-danza no convencional en España.

Carlos Álvarez-Ossorio (Sevilla, 1973), residente en Santiago de Compostela desde hace cuatro años, adonde llegó acompañando a su pareja, tiene el encargo de poner en escena dos lecturas dramatizadas con “muchas virtudes y algunos defectos que hay que resolver escénicamente”: Ventana a Manhattan, del catalán Carles Mallol, y Todos los caminos, del madrileño Juan Pablo Heras, con dos grupos de “grandes” actores y problemas de tiempo. “Alguno de los intérpretes está ensayando a la vez tres trabajos y no hay posibilidades de profundizar más en el texto, porque hay un compromiso de exhibirlo con unos resultados más o menos estéticos”, declara. Sólo eligió una de las piezas, Todos los caminos, “que tiene mucho que ver conmigo”.

Álvarez-Ossorio, licenciado en Comunicación Audiovisual, estudió dirección escénica en el Instituto del Teatro de Sevilla y en Territorio Nuevos Tiempos (TNT), laboratorio de la compañía Atalaya que dirige Ricardo Iniesta. Al acabar, formó su propia compañía, Cámara negra, con quien representó en la ciudad hispalense La gaviota, Otelo, Apuntes para un Hamlet, Hamlet Machine y La soledad de los campos de algodón, “siempre dramaturgias propias muy radicales para pocos actores”, aclara. También dirigió a grupos alternativos y en el Centro Andaluz de Teatro (Cuaderno de bitácora, de Damaris Matos, y Y Julieta, del griego Akis Dimos). Hace cuatro años se trasladó a Santiago de Compostela y Cámara negra ha representado en gallego Brand, un Ibsen nunca antes interpretado en España. En su periplo norteño ganó en 2007 un premio Max al mejor autor en ese idioma, por A casa do pai (La casa del padre).

En su opinión, Magalia es el lugar adecuado para reciclarse. “Especialmente los que tenemos compañía propia, lo que te lleva a una vorágine endogámica y donde los problemas de producción y distribución te acaban afectando. Aquí te centras en el proceso puramente artístico, lo que se convierte en un pequeño oasis dentro de los problemas del sector”. Según recalcó, “la propuesta de la Red de Teatros Alternativos es genial como laboratorio, pero tiene el peligro de ser un espejismo: me encanta trabajar en espacios no teatrales pero a la hora de la realidad es muy complicado y se convierten en obras difíciles de vender”, concluye.

Iván Marcos (A Coruña, 1980) se formó en teatro en su ciudad natal con el prestigioso creador Manuel Lourenzo, “una de las personas que más ha hecho por el teatro en Galicia”, subraya, en su escuela privada, Casa Hamlet, y luego se marchó becado a Londres. “Trabajé con Philippe Gaulier, coetáneo de Lecqoc y el teatro de la complicidad, y después seguí estudiando en el Circo Media de Bristol, una escuela de movimiento y circo contemporáneo”, recuerda. Allí montó la compañía Hoax Producciones. “Hoax significa aquello que parece milagroso pero en el fondo es un truco”, aclara. Creó espectáculos con su socio, el escocés Al Seed, y trabajó por toda Europa durante cinco años con distintos espectáculos. “Aquella compañía fue creciendo con gente de todo el mundo y luego cada uno siguió profundizando en sus propios territorios. Yo comencé a estudiar coreografía y arte digital en el Dantington Collage de Devon, mientras trabajaba para otras compañías. También creé y estrené el espectáculo sobre la identidad Desires, danza, teatro y multimedia antes de regresar a Galicia”, indica.

Nada más regresar a Galicia asistió como espectador a una obra del grupo santiagués Matarile Teatro. “Fui a hablar con Ana Vallés y Baltasar Patiño, nos entendimos y nos gustamos y con gran generosidad me abrieron la puerta para el espectáculo que ahora mismo tienen en cartel, Animales artificiales, con el que acabo de actuar en la Feria de Artes Escénicas de Portugal en Faro, desde donde vine a Ávila para participar en los Encuentros de Creación Contemporánea de Magalia”, explica Iván Marcos.

“Me encanta la convocatoria de la Red de Teatros Alternativos, un espacio para perderse de forma creativa sin la presión del productor y del beneficio económico. Eso permite tomar riesgos y experimentar. Esas oportunidades no las tienes ahí fuera. En teatro tienes que trabajar con certezas y no con hipótesis y el método de prueba y error, que aquí sí es posible”, señala el actor coruñés. “Tengo la impresión de que en este país se han hecho muchos esfuerzos públicos y se han dado ayudas a la formación y a la producción y me parece que no hay demasiados espacios donde mostrar las creaciones. No sirve de nada nuestro trabajo si no se puede ver y esa preocupación la estoy compartiendo con las personas que estamos aquí encerradas en el castillo”, concluye.

Arantza Villar (Santiago, 1976) se formó en la escuela Espacio Aberto, de Santiago, con Carlos Neira, y nada más concluir sus estudios hizo una sustitución en Misiles melódicos, de José Sanchis Sinisterra, coproducción de los centros dramáticos aragonés y gallego. También actuó en la carpa itinerante A cultura circula del grupo Chévere, con el que sigue trabajando y está girando con el espectáculo de teatro familiar sobre nanotecnología Alá no fondo hai sitio abondo (Hay mucho sitio al fondo, en castellano). Arantza Villar forma parte de Nut Teatro, de Santiago de Compostela, con el que ha actuado en Corpos disidentes y A mirada de Pier. “Es un trabajo preformativo, utilizamos vídeo y mezclamos muchas disciplinas”, explica. Ahora hemos traducido al gallego la última obra de la autora “maldita” británica Sarah Kane, 4:48 Psicose, que pronto se verá en los escenarios gallegos.

En Magalia, Villar actúa en la performance Fuera-dentro-fuera de la granadina Sara Molina. “Una propuesta muy interesante y complicada, porque es hablar de la mirada del espectador desde tres perspectivas diferentes. En este tríptico, hay una pieza de teatro de texto y dos más basadas en las acciones y la imagen. Yo he hecho teatro de los dos tipos y estoy cómoda en ambos”, recalca. Magalia supone, en su opinión, “un sitio de encuentro fantástico, a nivel profesional y humano, porque estamos conociendo de primera mano cómo está la realidad del teatro en el país y nunca tienes una oportunidad así”. Según explica, Galicia vive un buen momento creativo. “Hay trabajo, aunque con dificultades de distribución, especialmente para los lenguajes más contemporáneos, por eso son tan importantes las salas alternativas, que potencian, programan y ceden sus espacios para que podamos trabajar, concluye.

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