La Asociación por la Dinamización de Autos Sacramentales de Pamplona (Adaspa), entidad vinculada a la Hermandad de la Pasión de Pamplona, ha programado en el Teatro Gayarre dos funciones de Pasión 21, espectáculo que reúne música contemporánea, teatro, baile, luz y proyección de imágenes.
Pasión 21, dirigido por Pablo Ramos y con el contratenor Luis Calero como protagonista, se ofrecerá el miércoles 31 de marzo a las 20.00 y a las 23.30 horas. Es la segunda edición de este evento, aunque el año pasado se celebró en la Catedral de Santa María de Pamplona, que reunió a más de 900 personas.
El espectáculo se centra en la humanidad de Jesús y en su mensaje social. "Evidentemente, esta historia originalmente tiene un carácter religioso, pero no queremos acercársela sólo a los que van a la iglesia, sino también a todo aquél al que le pueda resultar interesante desde el punto de vista cultural", declara la secretaria de Adaspa, Gerarda Echaide, para quien este episodio narra, en definitiva, "el asesinato de una persona inocente".
El texto de Pasión 21, escrito por Pablo Ramos, se inspira en la obra Historia de Cristo, de Giovanni Papini, y sitúa al espectador en el momento de la muerte de Jesús. No en la agonía, sino en la muerte, en el túnel que se atraviesa en ese momento y del que hablan tanto testimonios y algunos estudiosos. En ese instante, Cristo mira hacia atrás y sobre el escenario se escenificarán sus últimos días, desde la llegada a Jerusalén hasta la Crucifixión, y, como se comenta en el dossier del espectáculo, contando esta historia particular, se cuenta también "la historia del mundo y del ser humano".
Pablo Ramos, que ya dirigió la Pasión representada en 2009 en la Catedral, vuelve a ponerse al frente de una propuesta que pretende ofrecer "una visión totalmente distinta" de la figura de Jesús. Aquí no tienen cabida las visiones parciales de los credos que consideran al personaje patrimonio propio, ni las disquisiciones sobre su divinidad o no. En este sentido, el montaje, que se verá en dos funciones, a las 20.00 y 23.30 horas, es una "Pasión civil" que quiere alcanzar "las almas y las emociones de las personas y no hablar del cielo o el infierno", afirma el director, convencido de que el espectáculo puede interesar a todos los públicos, en especial a todo el que tenga curiosidad por conocer otra perspectiva de una historia mil veces contada.
En esta nueva óptica tiene mucho que ver la apuesta estética de Pasión 21. "Apostamos por los nuevos lenguajes propios de este siglo", señala Ramos, y apunta algunos de los elementos que se han cuidado mucho, como la creación y proyección de imágenes -en cinco pantallas-, el baile, la iluminación o la interpretación, "muy descarnada". En estos últimos apartados cabe mencionar la participación del grupo de breakdance Zero Rules, cuyos componentes dan vida a soldados romanos que portan rosas en cada una de sus armas. En cuanto a los fragmentos más teatrales, son responsabilidad del grupo Mutis por el foro de la Universidad de Navarra, destacando Santiago de la Fuente en el papel de Pilatos.
Y, por supuesto, la música. "Lo que se va a ver en el Gayarre apenas se habrá visto antes", comenta Ramos, que alaba el trabajo que ha hecho Alberto Bernal, generando una banda sonora totalmente contemporánea. En el germen de la partitura, el compositor se hizo varias preguntas: "¿Cómo suena la lucha por los derechos humanos? ¿Cómo sonaba hace 2.000 años? ¿Cómo hacer resonar estos en los oídos de los espectadores, trasladarlo a nuestra cotidianidad?" Las respuestas se han plasmado en una música que "huye de una función balsámica, idealizadora, basándose y haciendo escuchar el crudo y no siempre biensonante sonido de la realidad".
El Ensemble Laboratorium será el encargado de interpretar esta partitura y Luis Calero ejercerá de solista. Y que sea él el responsable de encarnar a Jesucristo no es casualidad, ya que, según explica el director de escena, "al principio queríamos que fuera una mujer, pero luego vimos que quizá era ir demasiado lejos y apostamos porque fuera un hombre", aunque con una voz, la de contratenor, de fuertes matices femeninos. De este modo, se apuesta por integrar en esta figura la dualidad que, de hecho, existe en el mundo.
Calero ya es conocido por el público de Pamplona, no en vano, confiesa que es la ciudad "en la que más veces he actuado". En esta ocasión, se enfrenta a "todo un reto", como es poner en escena los últimos momentos de Jesucristo en una obra "muy ambiciosa", en la que tiene que cantar, pero también actuar mucho, y que le tiene en escena la hora y media que dura la función.
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