Hago un corta y pega de una noticia que me parece interesante, publicada hoy. Penélope Cruz, Meryl Streep o Adrien Brody son algunas de las estrellas cinematográficas que en los próximos meses reaparecerán en la gran pantalla dando el do de pecho en varios musicales, un género que después de la marginación que sufrió en el decenio de 1990, vuelve a las salas con más fuerza que nunca. Inmersa en estos momentos en su próximo proyecto con Almodóvar, Penélope Cruz se sumará después de verano al rodaje de Nine, el musical con el que Bob Marshall rinde homenaje a Fellini, ocho y medio y que la actriz madrileña protagonizará junto a Sofía Loren o los recientes ganadores del Oscar Javier Bardem y Marion Cotillard.
La actriz española no será la única que se atreva con este registro, ya que Meryl Streep protagonizará el musical Mamma mia!, que ya ha tenido un gran éxito en los teatros de todo el mundo, y en el que también interviene el ex James Bond Pierce Brosnan.
Tras las buenas críticas que cosechó con Dreamgirls, la cantante Beyoncé Knowles vuelve a repetir en este género junto a Adrien Brody en Cadillac Records, en el que la intérprete dará vida a la célebre cantante de soul y rythm and blues Etta James.
Otro síntoma que ilustra la buena salud de la que goza el musical es el fenómeno High School Musical, dos telefilmes que han tenido tanta audiencia que su tercera entrega se estrenará directamente en la gran pantalla.
Más recientemente ha sucumbido a este género Johnny Depp, quien este año ha recibido una nominación al Oscar por su papel del barbero en Sweeney Todd, una cinta gótica, sangrienta y siniestra que demuestra cómo el musical ha huido de los cánones clásicos en los últimos años a merced de cineastas ajenos al género que no tienen complejos en darle un toque más que personal, una osadía que la Academia de Hollywood suele ver con buenos ojos.
Ese es el caso del director irlandés John Carney, que ha llevado el musical al terreno indie con Once, la cual grabó con poco más de 180.000 euros, y con la que este año ha conseguido el Oscar a la mejor canción. También Lars Von Trier aportó su visión más alternativa del género con Bailar en la oscuridad, una cinta protagonizada por la cantante islandesa Björk y cuya primera hora la somete a los preceptos estilísticos del Dogma 95.
El auge del musical da oportunidad a los grandes actores de demostrar sus cualidades. Ya lo he escrito en muchas ocasiones: nadie es estrella en Hollywood, por mucho éxito que haya tenido en una película, sin haber demostrado sobre las tablas de un escenario. Esa ley no escrita no existe en España y cualquier adquiere fama como actor sin haber pisado (y demostrado su valía) en el teatro.
"Glamour" y comedia
Moulin Rouge y El otro lado de la cama, 2 visiones del musical
Una visión mucho más glamourosa, y que fue el revulsivo en el género, es la que propuso el director australiano Baz Luhrmann con Moulin Rouge, en la que una espectacular Nicole Kidman demostró sus dotes vocales dando vida a una cabaretera de principios del siglo XX a la que Ewan McGregor se declaraba con canciones como Your song, de Elton John, All you need is love, de los Beatles, o Roxanne, de Police. Aunque Moulin Rouge tiene más de un detractor, lo cierto es que su visión colorista, irreal y cercana al videoclip fue reconocida por la Academia de Hollywood con siete nominaciones a los Oscar.
El cine español también cuenta con varios experimentos musicales, como la muy taquillera El otro lado de la cama, de Emilio Martínez-Lázaro, un homenaje a lo mejor del pop español, o 20 centímetros, de Ramón Salazar, una historia sobre la lucha de un transexual que ameniza su vida con canciones como Tómbola, Parole o I want to break free.
martes, 25 de marzo de 2008
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