viernes, 27 de noviembre de 2009

Regreso al hogar, de Harold Pinter, hoy en Gayarre

El escenario del Teatro Gayarre acoge hoy viernes 27 de noviembre (8 tarde) la puesta en escena de Regreso al hogar, del premio Nobel de Literatura Harold Pinter, obra traducida por el escritor Eduardo Mendoza y dirigida por Ferrán Madico, cuyo cartel está encabezado por Tristán Ulloa, Ana Fernández, Sergio Otegui, Ricardo Moya, Francesc Lucchetti y Julián Ortega.

La obra Regreso al hogar refleja las pulsiones virulentas y fraticidas que subyacen en una familia. El Premio Nobel de Literatura 2006, Harold Pinter, famoso por generar incertidumbre con la mayoría de sus textos y montajes, examina las relaciones arquetípicas en una familia aburguesada y reflexiona sobre la manipulación del lenguaje, y cómo éste enmascara a los individuos y sus acciones.
Teddy, un profesor de una universidad americana, lleva a su mujer Ruth a su vieja casa de Londres, un hecho que en general es motivo de alegría en la mayoría de los hogares, como es la vuelta a casa del hijo que abandonó su entorno seis años atrás, en la familia de Regreso al hogar marca un antes y un después. Ya nada volverá a ser como antes para ninguno de sus miembros.

El premio nobel Harold Pinter cuenta la historia de una familia que se presenta desmembrada, rota y sin visos de reconciliación. Y un hecho inesperado consigue unirles cuando cada uno vivía en su planeta a pesar de habitar bajo el mismo techo. Es un familia de hombres. La única mujer de la casa era la madre que murió. Ahora la única fémina de la historia es Ruth (Ana Fernández), la esposa de Teddy (Sergio Otegui), el hijo pródigo que vuelve a casa.

Ruth, una mujer tímida, desorientada ante un entorno nuevo, ante una familia llena de extraños. Max (Francesc Lucchetti), el padre, no acepta a una intrusa en su casa. Ni tan siquiera acepta a su hijo Teddy al que considera un intruso igualmente que abandonó el hogar familiar para irse con una mujer. Pero poco a poco se familiariza con Ruth y la admite en su hogar. Y el resto de hombres de la familia se acostumbran a la presencia de esa intrusa familiar.

Hay quien califica esta obra de Pinter como una de sus muestras de teatro del absurdo. Tiene un final inesperado, sorprendente, incluso se puede considerar imposible por lo que conlleva, pero no deja de mostrar lo que a muchos les hubiese gustado hacer ante esa situación y nunca se habría atrevido. En el desarrollo de la trama se observa una lucha por la supremacía en el hogar que se hace patente a través del lenguaje que emplean cada uno de ellos, poniendo en evidencia las pulsiones fraticidas y virulentas que subyacen en cada individuo.

La opinión del director
En Regreso al hogar, más que nunca, Pinter se niega a dar explicaciones y a justificar las motivaciones. Plantea una situación -la llegada de Teddy al hogar familiar, con su esposa Ruth- y muestra las consecuencias escena a escena. Toda la acción siguiente está determinada por los motores psicológicos de los personajes. Durante la obra nos enganchamos a cada confrontación en el momento que pasa, y no es probable que nos hagamos demasiadas preguntas sobre las motivaciones durante el transcurso de la lectura del texto o -así lo esperamos- mientras dura la función. Pero Pinter escribe una obra provocadora y nos muestra la punta del iceberg en forma de diálogos entre los personajes.
Regreso al hogar está llena de ambigüedad y es intrínsecamente enigmática, de manera que no hay respuestas definitivas. Parte de su riqueza, y lo que le confiere su cualidad poética, es precisamente esta zona de incertidumbre, sin intentar dar un significado a la obra.
Regreso al hogar es un fresco explosivo y sorprendente de aquello más primitivo; la pulsión más escondida de la sociedad occidental: la lucha por el poder. La lucha por el poder y la lucha -si se llega a conseguir- por mantenerlo.
Regreso al hogar es una historia sorprendente, solo apta para quien está dispuesto a hacerse las únicas preguntas que hoy en día tienen sentido; las preguntas sin respuesta.

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